El objetivo de esta Vigilia es concienciarnos a todos de la importancia que es cuida el planeta y trabajar por un mundo más justo, donde la máxima sea el respeto a la Vida.
El Laudato Si nos recuerda que “…la
crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior... una
conversión ecológica que implica dejar brotar todas las consecuencias del
encuentro con Cristo en las relaciones con el mundo que nos rodea…”
(LS 217)
¿Cómo caminar en
esta conversión del corazón? Al comienzo de la encíclica, Francisco nos da una
pista de por dónde empezar cuando nos invita a “tomar dolorosa conciencia,
atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo”. Sólo
desde esa experiencia de solidaridad, de compasión, nos sentiremos urgidas al
cambio, a reconocer nuestra propia responsabilidad y reconocer cuál es la
contribución que cada uno podemos aportar para modificar el rumbo.
Laudato Si’ afirma: “Decir creación es más que decir
naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto de amor de Dios… La naturaleza suele entenderse como un sistema
que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida
como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad
iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal”. (LS 76)
La creación es un
don, un regalo brotado del amor de Dios que ha querido compartir su
sobreabundancia de vida... Hay un evangelio que nos proclama la creación: el
evangelio de la desbordante generosidad de Dios, de su creatividad, su belleza,
su ternura, que se manifiesta en cada una de sus criaturas. Caminar hacia la
conversión ecológica implica también caminar de la “posesión” al
“agradecimiento”. Cultivar toda nuestra capacidad de recibir el regalo que nos
rodea, de detenernos y asombrarnos ante la belleza, aprender a percibirla…
El agradecimiento es una terapia contra nuestra necesidad de poseer. Y de él
brotará la necesidad de cuidar la tierra y hacer que sus bienes lleguen a
todos.
Conversión,
“metanoia” significa “cambiar de mente” o “darse la vuelta”. Necesitamos
“volvernos a la Tierra”, prestarle más atención, dejarnos hablar, admirar y
recrear por su belleza, contemplar en qué la estamos convirtiendo los seres
humanos con nuestra manera de relacionarnos con ella. Y “cambiar de mente”,
abrirnos a nuevas maneras de pensar y de actuar, transformar pequeños detalles
cotidianos que hacemos sin pensar y que quizá podemos hacer de otra manera, más
cuidadosa de nuestro entorno y de nuestra Tierra.
A veces pensamos
que es muy poco lo que podemos hacer...
Sin embargo, todos tenemos algo que aportar para que la tierra sea un
lugar más justo, fraterno... Todos tenemos, en cierto modo, “la Tierra en
nuestras manos”. y soñaremos un
mundo mejor, si la Tierra estuviera en tus manos
¿qué harías con ella?
Al finalizar todos los asistentes recibieron una bolsita con unas semillas que nos recuerden nuestro compromiso con la tierra.