miércoles, 19 de octubre de 2016

Testimonio Misionero de José Luis

José Luis Domínguez, misionero en Ecuador: "Dios mi padre me llamó un día a Salir de mi tierra"

Estas palabras vuelven a resonar en mi corazón con mucha alegría, firmeza, ternura, premura, confianza. Palabras dirigidas por Dios a Abrahán y en él a todos los miembros del pueblo de la promesa (que se vio cumplida en la Iglesia) a los que Jesús luego dirá: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio”. 

Abrahán vivió esta salida, este paso, esta pascua. Dios Padre a mí también me llamó un día por medio de su Hijo a salir de mi tierra: Madridanos del Vino. El Espíritu me ha trasladado de España a Ecuador. También, como Abrahán, hice un paso, una pascua. El Señor me ha abierto nuevas puertas en los corazones de tantas personas que me han acogido en esta tierra. He necesitado nacer de nuevo a una cultura, a unas tradiciones y costumbres, a una manera de vivir la fe en la Iglesia, a una nueva organización política, económica y social.   

En Ecuador llevo quince años. Me llamo José Luis Domínguez González y pertenezco a la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (PP. Reparadores-Dehonianos). Vivo en Quito. 


No he sido hasta ahora un misionero de “aventura”: apenas me he adentrado en la selva, no he comido cosas raras, no me he movido en situaciones, por así decir, “demasiado liminales” (límites). Dios me ha querido para que acompañe en primer lugar a mis hermanos de la Congregación. Me han confiado cargos de gestión y administración que me han permitido animarles y apoyarles para que ellos cumplan la misión de estar más cerca de los pobres y de anunciarles el Evangelio. Estas responsabilidades son un trabajo fascinante que requiere amor a la Congregación, vivir con sentido de pertenencia, ser fiel y perseverar comunitariamente con los hermanos. En la comunidad de mis hermanos me encuentro cada día con Cristo, pues en su nombre nos hemos reunido y él está en medio de nosotros.  

Otro de mis cometidos por estas tierras ha sido y es la formación. La tarea no ha es fácil. Como Congregación necesitamos enraizarnos en Ecuador y ayudar a que el carisma de amor y reparación recibido por el P. Dehon, nuestro Fundador, se siembre y crezca en los corazones de muchos jóvenes ecuatorianos, quienes a su vez irán inculturando el carisma. 

Otras de mis tareas ha sido y es seguir acompañando la labor pastoral de la parroquia Santa María de la Argelia en Quito. El trabajo en la parroquia me ha ayudado a caminar con el pueblo fiel ecuatoriano, compartir sus pobrezas y riquezas, sus gozos y esperanzas, sus dolores y sus alegrías, sus fiestas y sus duelos, etc. Mi pueblo de Ecuador me ha mostrado a Dios y Dios me ha amado y me ama a través de mi pueblo. ¿Qué más puedo pedir? Este es un don muy grande que me ha dado la gente sencilla, humilde, pobre. ¿Cómo les puedo pagar todo esto? 
Desde el año 2010 estoy acompañando un programa de ayuda a matrimonios en conflicto y con problemas muy serios de comunicación. Se llama Retrouvaille. Participé en la coordinación de Quito y luego en la coordinación de América Latina. También ha sido una bendición. El Señor me ha ayudado a sentir más de cerca el dolor y el sufrimiento de tantos matrimonios rotos, divididos que, con la ayuda de este programa, logran sanar, recuperar la confianza y redescubrir el amor que pensaban se había perdido. Realmente es un salvavidas para sus vidas matrimoniales.

Les animo a todos y a todas, especialmente a los más jóvenes, a que salgan de su tierra y que estén abiertos a cualquier servicio que el Espíritu les suscite. No tengan miedo. El Cristo que dejas en tu tierra es el mismo Cristo que te recibe y recibes en tierra de misión, eso sí, con otros rostros. No teman salir de su tierra. Cuando Dios te pide salir de tu tierra y promete una nueva siempre es para ensancharte horizontes, abrirte puertas, dilatarte más el corazón,… “¡Sal de tu tierra!”.  

José Luis Dominguez